Amalia

Amalia Guía de Estudio

Si bien Amalia no es la primera novela histórica argentina es, sin duda, la más importante del movimiento romántico, que se piensa a sí mismo como inaugurador de la literatura nacional. Si bien Mármol no participa, en sus inicios, en los encuentros en la librería de Marcos Sastre de la “Generación del 37”, es incluido en esta porque su labor literaria está estrechamente ligada a la lucha contra el gobierno de Juan Manuel de Rosas, a quien esta generación concibe como un tirano. Mármol se acerca a este grupo liderado por el poeta Esteban Echeverría en su exilio montevideano, momento en el que empieza a adquirir reconocimiento de sus pares expatriados como poeta opositor al régimen rosista.

Amalia aparece por primera vez en 1851 como folletín por entregas en el diario La Semana, que funda el propio Mármol en Montevideo para contribuir en el levantamiento contra Rosas que lidera Justo José de Urquiza desde Entre Ríos. La trama de la novela narra una historia entrelazada con episodios históricos ocurridos en Buenos Aires en el año 1840, que ha sido caracterizado como “el año del terror”, por las medidas represoras y violentas que aplicó entonces el gobierno de Rosas. En 1840, el general Juan Lavalle lideró una campaña contra Rosas que fue derrotada, lo que significó una fuerte decepción para los proscriptos antirrosistas. En este sentido, los episodios narrados en Amalia sirven, por un lado, para denunciar la violencia de aquellos años –a los que se ve como representativos de la totalidad del gobierno de Rosas– y, por otro lado, para contrastar la derrota de Lavalle con la prometedora organización del Ejército Grande de Urquiza.

Mármol hace explícita la intención de que su novela se involucre en la coyuntura política de su tiempo en la “Explicación” con la que introduce la novela, en la primera edición en libro de 1851. Allí, sostiene que si bien narra sucesos que han ocurrido hace poco tiempo y que involucran a personajes históricos que todavía están vivos, ha supuesto que escribe “con algunas generaciones de por medio entre él y aquellos” (p.1). De este modo, concibe su obra como una “ficción calculada” (ibid.) que le permite hablar en tiempo pasado de Rosas, para que su novela histórica sea abordada, en el porvenir, como relativa “a la época dramática de la dictadura argentina” (ibid.). En efecto, la historiografía de tradición liberal continúa percibiendo a Rosas como un tirano, mientras algunas corrientes revisionistas ofrecen otras interpretaciones del gobierno rosista, reivindicadoras de su carácter popular.

Cuando Urquiza vence a Rosas en la batalla de Caseros en 1852, Mármol interrumpe la salida de su periódico y las entregas de Amalia, anunciando que viajará a Buenos Aires para perfeccionar allí el final de la novela. Pero esto no sucede en seguida, porque una vez logrado el objetivo de derrocar a Rosas –el personaje antagonista central de su novela– la historia pierde la eficacia política que le dio propósito. Por esta razón, Mármol difiere la conclusión de su novela, por temor a que reactive los conflictos entre facciones durante el proceso de reconciliación.

Finalmente, Mármol publica una edición completa de Amalia en 1855, con algunas variantes y adiciones que concluyen la historia. Mármol justifica esta edición rescatando el valor literario de su obra y pidiendo que se la aprecie por su contribución no solo en la lucha contra Rosas, sino también en la formación de la incipiente literatura nacional. Hoy en día, Amalia sigue siendo leída y valorada no tanto como documento testimonial de una época, sino como la expresión de un pensamiento literario y político que dejó su huella en la literatura argentina.